Textos publicados en los libros “Un derbi solidario”.

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Cuando me llamaron para solicitar mi colaboración en la segunda entrega de esa bella iniciativa que nacía el pasado año, del libro Un derbi Solidario, acepté, pues resulta agradable colaborar en este tipo de iniciativas, aunque, lamentándolo, no siempre se puede estar en todas. Entonces me indicaron que en esta segunda entrega del relato debería de referirse a un jugador del Real Oviedo, que yo podía elegir. No tuve dudas: TENSI. Claramente una de las leyendas del Real Oviedo.

Hablemos del Tensi hombre y persona. Llegó de Las Piezas, su pueblo natal y también el de sus primeros pasos en el fútbol. Y lo hizo con su cara de chico bueno, que lo era y fue, toda su vida. Y con esa sonrisa amable, a veces quizás socarrona, pero siempre expresando una bondad y una cercanía entrañables. Quienes lo recibieron en el vestuario azul, como Toni Cuervo, lo veían así, y son sus palabras: “Era un muchacho apocado, un crío que apenas se atrevía a hablar, no había visto a nadie tan tímido. Como persona era un santo”. Certera definición, ajustada a la que todos los que le conocimos tuvimos la ocasión de comprobar día a día. Todos queríamos y admirábamos a Tensi. Su calma, su modestia, siempre intentando no destacar demasiado, pero siempre estando dónde y para quienes le necesitaran, tanto en su profesión como fuera de ella, eran otras de sus señas de identidad. Fiel en la amistad, amigo de sus amigos. Claro reflejo de ello, era el hecho de tener siempre las puertas abiertas de su casa en Ribadesella, de la que tanto hablaba, y de las reuniones que allí hacía con compañeros y amigos, y siempre con la excelsa presencia de su adorada Gloria y sus hijas. Allí se respiraba amistad y asturianía, porque él era un asturianu hasta la médula, y como me gusta decir a mí, AUTÉNTICO. Porque en suma era UN PAISANU.13_1_thumb.jpg

Hablemos ya del Tensi futbolista que los aficionados y nosotros conocimos. Esa flema de la que hablamos, esa tranquilidad, modestia y esa grandeza que atesoraba, también las tenía en el terreno de juego. Pero es que además era contundente, firme, resolutivo y cuando era necesario también tenía su punto de dureza. A propósito, he de decir que pocas veces, y he visto mucho fútbol y futbolistas, encontré uno como Tensi, que tuviese la enorme habilidad de hacer una entrada dura, que fuese objeto de falta, y que el árbitro no pitara. Se alejaba rápidamente de las cercanías del lance, ponía esa cara de niño bueno y allí nada había pasado. Y además, según contó en un programa de Oviedo TV, Pasión Azul que yo presentaba “solo una vez me expulsaron, y no fue por faltas alevosas o duras, fue por hablar, le dije al árbitro algo muy fuerte y lo hice para quitar de allí a mis compañeros que lo estaban rodeando”. Lo dicho, habilidad.

En ese mismo programa Tensi recordaba su llegada, como juvenil, al Real Oviedo de la mano de Enrique Casas y acompañado de Prieto, también de la zona y compañero de equipo. Estuvieron a punto de dar la vuelta desde la estación de RENFE, menos mal que llegó Quirós y los llevó para el campo de fútbol. Estaban asustados y desorientados. Cuando fichó le dieron un dinero, tenía 17 años y como me dijo «no era mucho, pero si bastante más de lo que mi padre ganaba en la mina».

Él fue parte de una defensa inolvidable en el Real Oviedo, formada por tres grandísimos de la historia azul, con corazón, alma y sangre azul con mayúsculas: TONY, TENSI Y MARIGIL. Lamentablemente, como ellos yo no quedan en este equipo, otro gallo nos cantaría si así fuera. Como decía él: «Yo creo que estoy algo sordo de las voces que me dieron al campo cuando llegué, para que espabilara. Luego yo hice lo mismo con Javier, gran futbolista. Era un poco masoquista, le gustaba que le chillara y le entrenamos fuerte». Más tarde formaría defensa con Carrete y Juan Manuel.

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Y una cruz que Tensi llevó en su vida tanto de futbolista como privada: el miedo al avión. Era algo que no logró nunca controlar. Cuando el desplazamiento era inevitable en avión, empezaban a sudarle las manos en cuanto llegaba al aeropuerto. Se sentaba el primero en la aeronave y no quería que nadie le dijese una sola palabra, iba pálido. El vuelo era un auténtico martirio. Me decía Gloria que en la vida particular no viajaron mucho por ese motivo.

Más recuerdos que traigo ahora de aquella charla televisiva sobre su larga vida profesional en el equipo de su vida. El famoso penalti que entró y el árbitro extremeño Congregado Rodríguez no concedió. ¿Quién lo lanzó? Tensi. Un partido matinal en Buenavista ante el Sabadell. Tiró a romper con tal fuerza que el balón se estrelló contra el hierro trasero que sujetaba la portería y lo escupió hacia el campo. Todo fue tan rápido que Congregado entendió que el esférico había ido por fuera y no concedió el gol. Yo estaba narrando tras esa portería y el balón entró claramente. Al final del partido Tensi le dice al árbitro que había sido gol, que le preguntara al línea. Éste dijo que sí y Congregado le dice: «entonces por qué no fuiste al centro del campo». El línea contesta: «te vi tan seguro que no me atreví». Así nos lo contaba Tensi con su calma habitual.

Tensi fue capitán muy joven, a los 22 años ya conseguía llevar el brazalete. Sus compañeros confiaban en él para todo, era su líder, su guía y su «conseguidor». Era un gran negociador con los presidentes, sobre todo con José María Velasco, Chuche, un hombre muy difícil para la cuestión económica. Tensi conseguía llevarle al huerto.

Jugó 350 partidos con su Real Oviedo, tenía por ello la insignia de oro del club. Decía con gracia «no la llevo en la solapa por si acaso, la guardo en casa».

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Un futbolista de la talla de Tensi tuvo durante su estancia en el Oviedo, multitud de ofertas de equipos españoles de altura y también fuera de nuestro fútbol. Pero siempre dijo NO. Su equipo era el Oviedo y nada más. Por lo mismo nunca quiso obtener el título nacional de entrenador. Él lo razonaba así: «yo nunca me iré del Oviedo y de Oviedo. No conozco Taramundi, cómo voy a marchar fuera. A eso me obligaría teniendo título, pero como no pienso marchar, por eso no lo quise sacar». Así era, para él entrenar a los chavales, los juveniles, y ayudar a ser fiel, a los técnicos del primer equipo, al que adoraban todos y cada uno, que tuvieron la fortuna de tenerlo, en la faceta de 2º entrenador. Esto colmaba sus ambiciones en el fútbol, eso sí, siempre con el color azul como bandera y el escudo de su Real Oviedo.

Hay que terminar. Habría muchas más anécdotas, muchas cosas buenas que decir de un hombre bueno y de un gran futbolista. En aquel programa ya citado, Tensi me dijo, recordando nombres importantes en su vida, uno especial: Eugenio Prieto. Él puso el apodo del El músico. No sé por qué, nunca se lo pregunté, no importa. Pero era acertado.

Tensi interpretó una melodía en AZUL tan grande para el Real Oviedo, el oviedismo, la ciudad de Oviedo y su querida familia, nunca la podremos olvidar. GRACIAS TENSI.

Luciano García