SD Ponferradina: Santamaría; Adán Gurdiel, Alán Baro, Pavón, Casado; Andy, Berrocal (Jebor, min 79), Acorán (caiado, min 71), Melero (Basha, min 74), Álvaro Antón y Yuri.
Real Oviedo: Esteban; Fernández (Johannesson, min 52), David Fernández, Vila, Peña; Susaeta, Jon Erice, Cristian Rivera (Héctor Font, min 56), Hervías; Toché y Koné.
Sabor agridulce el que se lleva el Real Oviedo de El Toralín, en un partido en el que encadenó minutos de mucho mérito, con momentos de desconcierto, en el que su dominio se deshizo como un azucarillo en un vaso de café.
El Real Oviedo apostó por el esquema que le ha venido dando resultados en los últimos envites, alineando dos puntas de inicio, y sorprendiendo con la suplencia de Miguel Linares.
La primera parte tuvo media hora de auténtico monólogo azul, con un equipo rápido, agresivo en la presión, y generador de oportunidades. Koné era una pesadilla para el conjunto berciano, y Erice recuperaba balones en la medular, que distribuía rápidamente a Susaeta, auténtico motor de la creación carbayona.

Tanto dominio se tradujo en un aluvión de oportunidades, y una de ellas provocó el claro penalti de Pavón a tiro de Koné, que se encargó de transformar Susaeta. 0-1 que reflejaba la clara superioridad azul.
El minuto 33 supuso un punto de inflexión. Cuando el Oviedo más dominaba, una jugada a balón parada aislada rematada por Yuri equilibraba la contienda, y suponía un golpe devastador para los ovetenses, que veían como, una vez más, una jugada a balón parado rompía su excelente trabajo previo.
El Real Oviedo se vino abajo, y la Ponferradina, únicamente a base de pundonor, superaba a los azules en todas las líneas. En siete minutos, los bercianos lograban dar la vuelta al marcador, fruto de un disparo de Yuri desviado a propia meta por David Fernández.
2-1 y descanso, en pleno desconcierto carbayón, que no daba crédito de lo que estaba viviendo. Desventaja al descanso, habiendo generado mucho más peligro, y siendo superior a los bercianos.
El segundo tiempo continuó con al tónica del final del primer tiempo. La Ponferradina, a base de intensidad y tesón superaba al Real Oviedo, que no lograba traducir su idea de juego a la cancha. Los locales sumaban oportunidades, incluyendo un balón al palo de Antón, que metía el miedo en el cuerpo a los asturianos. Tanto dominio acabó cristalizando en el tercero de los bercianos, en una jugada de pura potencia del liberiano Jebor, cuyo semifallo en el remate fue aprovechado por Caiado para rematar a quemarropa a Esteban.

El 3-1 parecía definitivo, pero el Oviedo nunca se dio por vencido, y con la entrada de Héctor Font se fue hacia adelante con ánimo de reducir distancias. La Ponferradina vivía cómoda replegada y tirando contras, pero cometió un error fatal que provocó el penalti de Basha sobre David Fernández que suponía el 3-2 azul, gracias a la maestría de Susaeta.
Con diez minutos por delante, los visitantes se lanzaron a por el empate con todo, en un todo o nada en el que la suerte podría haberle sonreído, y en el que, lamentablemente, decidió darle la espalda. Una contra llevada por Jebor cristalizó en un taconazo que permitió a Caiado hacer su doblete, y cerrar el partido.
4-2, y final del partido. Sensación, como decíamos, agridulce, con un conjunto carbvayón que mezcló momentos de enorme mérito, con desconexiones incomprensibles.
PROGRESA ADECUADAMENTE: Néstor Susaeta, un valor seguro en la medular, añade criterio y baja al barro cuando se le necesita.
NECESITA MEJORAR: La concentración defensiva del equipo, no sólo de la defensa. Ayer, tras el gol de Yuri, todo el entramado defensivo, desde los delanteros, hasta los centrales, pasando por los medios tuvieron despistes injustificables. Cristian Rivera pagó su bisoñez, y se vio superado por sus rivales en casi todas las fases del encuentro.