Victoria de mucho mérito del Real Oviedo frente al líder de la categoría. Los azules se sobreponen al mazazo recibido la pasada semana con una gran victoria. Michu volvió a marcar en el Carlos Tartiere 10 años después.
Esta historia, más que conocida por todos los oviedistas y por lo que no lo son, viene muy bien en esta semana de desplazamiento para recordar todo lo que nos hubiéramos perdido si aquel “milagro” no se hubiese producido. Esas jornadas repletas de oviedismo, de compañerismo, de alegrías y como no de mucho sufrimiento, pero de un sufrimiento agradecido. Ir al Carlos Tartiere es una sensación indescriptible de emoción y pasión. Ir a un desplazamiento cuando como los miembros de la Peña Oviedista Barcelona y de las otras peñas fuera de Asturias nos encontramos lejos de la tierrina es más que agradecido. Por eso algún día llegaremos a valorar en su justa medida lo que todos aportando nuestro granito de arena conseguimos en el peor momento histórico de nuestro Oviedín.
Una broma radiofónica, la “locura” de la mejor afición del mundo y el remate de una inversión que nos trae y nos traerá en un futuro muchas alegrías y que nos permitirá seguir disfrutando de estas jornadas.
Siempre estará el eterno agradecimiento a todos y cada uno de ellos y por supuesto siempre tendremos unas palabras para los que desearon nuestro final. ¡ESTAMOS DE VUELTA!
Sergio Vázquez
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Textos publicados en los libros “Un derbi solidario”.
No veas como aprieta Zuazua con el “coche escoba”. Bien sabe la gente que me conoce que a mí lo de sentarme delante de un ordenador a escribir me cuesta horrores y por eso suelo dejarlo para las musas de la última llamada.
He renunciado a escribir sobre Carlos porque pensaba que, a estas alturas, ya estaría más que pillado. Porque aquí en Madrid, el Real Oviedo sigue siendo Carlos. Preguntas a los más jóvenes de la redacción, que casi ni se acuerdan ya del equipo de Primera, y su nombre les sale disparado como una pierna en una prueba de reflejos, bastante por delante de otros más recientes como Oli, Pompei o Dely Valdés. Por eso pensé en él como comentarista en el estreno del nuevo Tartiere. Una pena que con el “rebote” del segundo satélite apenas se le entendiera nada. Carlos, aquel delantero que llegó en el año del ascenso casi a regañadientes, o sin casi, y que terminó siendo ídolo de una década a base de lo que ahora escasea, de tacs, de remates de primeras, y tan asturiano y oviedista como uno cualquiera que haya nacido en la maternidad del Cristo y le hayan bautizado en los Santos Apóstoles. Seguir leyendo «Historias del Oviedín: El soldado desconocido, Carlos»
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Lo que yo no sabía era que esa tarde iba a cambiar mi vida. O al menos la mitad.
Nacho, papá y yo habíamos bajado a Santianes, donde llevábamos todo el día arreglando los problemas del mundo y de las vacas, que viene a ser lo mismo, al calor del pan moreno y las morcillas infinitas de los de Casa Rosa.
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No sé si los sentimientos, irracionales por naturaleza y siempre incontrolables, se pueden llegar a entender o simplemente se sienten y punto. No lo sé. Pero yo gracias a aquel viernes lo comprendí todo. Entonces ni siquiera me di cuenta, sencillamente lo procesé sin más con toda la ingenuidad y la inocencia de un niño de trece años que soñaba con ser futbolista y, si no, piloto. En aquella época de EGB y ESO ni tenía capacidad ni la necesidad de preguntarme por qué el Real Oviedo. Las razones aparecían obvias, a saber: el equipo era uno de los clubes con más solera de Primera División y cada dos domingos tenías cita en el Tartiere con la élite del fútbol español. Pero es que además, en casa, mamá no te daba de cenar hasta que saliera el resumen del Oviedo en Estudio-Estadio; tío Jaime y tío Pedrote contaban peripecias de su pasado como futbolistas del Real Oviedo y flipabas escuchando la historia de su enfrentamiento contra Cruyff; el abuelo, hoy socio número cuatro, presumía de insignia de oro en la solapa de su chaqueta, y el tío Felinos, que en paz descanse, recordaba lo mucho que había cambiado el club de cuando le tocó presidirlo. Para mí, pues, fue fácil adherirme al oviedismo.
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